En casi todos los sistemas, el agua se clora para desinfectar y eliminar bacterias dañinas como la E. coli. Sin embargo, el cloro no es necesario para nuestras duchas. El cloro y otros contaminantes pueden:
- Elimina los aceites naturales de nuestro cabello y piel, provocando que se resequen, se dañen y se irriten.
- Descomponen los aminoácidos de nuestro cabello, debilitando su fuerza natural.
- Irrita nuestra piel, pudiendo causar eczema, picazón, urticaria y erupciones.
- Disuelve los lípidos del cabello, haciendo que el cabello luzca opaco, débil y dando lugar a puntas abiertas.
- Reacciona con la melanina de nuestro cabello, alterando su color.
- Acelera la pérdida de colágeno ya que los metales pesados desencadenan la formación de radicales libres.